"Carga con tus dudas y entra en la biblioteca. Ahí están las respuestas de que dispone el hombre. No son todas las que el hombre quisiera, pero de momento es lo que hay.
Lee, [...], pero no por eso dejes de correr, brincar y reír, cantar y enamorarte. La vida también es un buen libro y merece la pena leerlo con alegría." Juan Farias.
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sábado, 20 de junio de 2009

Decálogo para quien quiere dedicarse a la escritura


Para que las personas lean debe haber otras que escriban.

Para quienes os gusta y queréis escribir, y para quienes no -puede que sea de tu agrado aunque sólo sea leerlo y, además, que descubras que tú también puedes hacerlo-, aquí dejo el DECÁLOGO DEL ESCRITOR, de Augusto Monterroso (ver biografía: en wikipedia o en Centro Virtual Cervantes), de su obra Lo demás es silencio.

Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.
No escribas nunca para quienes viven en tu misma época, ni mucho menos, como hacen tantas personas, para quienes te han precedido. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás célebre, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; como el del trapecio, o el de la lucha por antonomasia, que es la lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todas tus amistades escritoras; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amistades se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre las personas ricas y las poderosas. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a quien escribe.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que la persona que lee sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que ella.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de quienes leen. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez la persona que lee. Entre mejor escribas más serán quienes te lean; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

Para que se queden en diez, y resulte así un decálogo, el autor da la opción de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes.


NOTA: sin ánimo, por supuesto, de querer enmendar la plana al autor, me he permitido retocarlo para que resulte más igualitario, inclusivo, integrador. El original se puede encontrar en la red en numerosos bloges y páginas, por ejemplo en estos dos enlaces: http://elescriba.com/, http://quasiangel0.blogspot.com.